A veces acumulamos cremas y productos de belleza como si estos nunca caducaran, como si su composición no se deteriorara. Seamos sinceros, ¿alguna vez miramos la fecha de caducidad de los envases de cuidado personal o belleza que llevan tiempo en nuestro estante del baño? Esperemos que seas la excepción pero la mayoría lo hacemos de tarde en tarde o de nunca en nunca.


Lo cierto es que la mayoría no miramos cuantos años tenemos la crema solar o esa crema que compré que rara vez utilizo. Pero el tiempo juega en contra de un cosmético abierto mucho más deprisa que de aquel que no hemos empezado. Y en la lista de productos más susceptibles al deterioro el número uno lo ocupan las cremas y protectores solares.

La mayoría de las cremas suelen dar periodos muy amplios de conservación porque suelen ser bastante estables. Pero el contacto con el aire produce oxidaciones en los componentes lo que genera subproductos químicos que pueden poner en riesgo la piel.

Cómo sé cuándo caduca una crema

Es sencillo. La marcha atrás comienza en el momento en el que abres o utilizas uno de estos productos. Así la Unión Europea estableció por ley una normativa para regular a las marcas y crear así un criterio común. A partir de 2005, los cosméticos que tienen una caducidad superior a los 30 meses no tienen obligación de poner una fecha de caducidad, pero sí un consumo recomendado una vez abierto. El nombre de este etiquetado es el PAO, Period After Opening (período después de la apertura).

Se trata del símbolo de un tarro con una M al lado seguida de un número, que indica el periodo hasta cuándo podemos utilizarlo en perfectas condiciones.
Si consumimos un producto de forma posterior a su recomendación de uso, podemos encontrarnos con ineficacia o riesgos.

La importancia de consumir productos seguros
La Agencia del Medicamento exime de la PAO a los productos monodosis, los aerosoles y los productos que tienen una caducidad inferior a los 30 meses, porque ya la llevan por ley, aquellos en los que no existe riesgo de deterioro y la nutricosmética, que se rige por la normativa de los productos alimenticios.

Pero, de verdad, ¿miramos la caducidad de lo que nos ponemos en la piel de la misma manera que lo que comemos? Lo cierto es que no. Y aunque existe un alto control en el mercado europeo, algunos productos venidos de fuera saltan los controles, como sabemos que ocurre por ejemplo con juguetes.

Cosméticos en mal estado
Además de las indicaciones del propio producto, el aspecto de una crema es determinante para saber si se encuentra en óptimas condiciones. A priori no podemos afirmar que unos productos tengan una vida útil menor que otros. Todo ello dependerá, principalmente, de la formulación. Cuanto más natural sea la marca menos conservantes llevará y, en consecuencia, el tiempo de uso una vez abierto se reduce.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta el color, el aroma y el tacto. Es decir, si tiene grumos, si se ha amarilleado, oxidaciones, enranciamientos, son síntomas del mal estado. Si el producto es oleoso esto se detecta con facilidad, porque, con la rotura de emulsiones, se separan las fases y aparece un sobrenadante, que se traduce en líquido sobre el producto.

 

De cualquier manera hay que tener especial cuidado con:

Los solares porque se deterioran mucho, especialmente porque se exponen a calor. Además son aconsejables durante todo el año, siempre que haya una exposición al sol.
Las cremas de contorno de ojos deben vigilarse especialmente porque se utilizan en una zona especialmente delicada.

El modo de conservación también favorece o ayuda al deterioro del producto. Para alargar la vida útil, los productos deben guardarse alejados de la luz del sol en un sitio fresco y seco.
Los cosméticos como polvos y lápices de ojos suelen ser más estables.

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